(…)
Así somos todos siempre, anhelando encontrar nuestro camino de vuelta, de vuelta a lo único, de vuelta a lo que sólo es uno.
Donde quiera que cuento mi historia, a los tristes y a los felices, todos ellos se acercan a mi, mas solo con sus propios secretos, sin conocer nunca el mío.
También mi secreto a mí me está vedado, pues la luz solo brilla en el exterior.
El cuerpo y el alma son amigos íntimos, mas el alma permanece secreta para todos.
El sonido del cañaveral no es el del viento, sino el del fuego, y sin ese fuego nada somos.
El fuego del cañaveral es el fuego del amor, de la pasión y el calor del amor que están en el vino…
Rumi (inicio del Matnawi)
No hay comentarios:
Publicar un comentario