martes, 15 de junio de 2010

El huerto de Antonio. Ecología y felicidad


Hace unos días un grupo de afortunados visitamos una pequeña Arcadia cerca de Arcos, en Prado del Rey. Se trata de la huerta de Antonio Mulero, que nos provee a lo largo del año de excelentes frutas, hortalizas y huevos que proceden de las fincas que su familia posee en las afueras de Prado del Rey. Antonio y su mujer, Charo, atienden los sábados en un puesto en la plaza de abastos del pueblo. Y el resto de la semana se ocupan de las tierras que cultivan.
Esfuerzo y energía a espuertas, pero al cabo de catorce años de trabajar con procedimiento estrictamente ecológicos, los resultados están ahí. La huerta más grande de la zona y seguramente la mayor armonía que se puede encontrar en muchos kilómetros a la redonda entre el hombre y su trabajo en la naturaleza.

Cuando Antonio tomó el relevo de su padre, Fernando, en el trabajo de las tierras seguía los métodos usuales. Pero pronto se sintió insatisfecho y empezó a indagar, a experimentar, a equivocarse a veces y rectificar y a recoger mucho más que los frutos de su cosecha.
Su amor por el trabajo bien hecho, por observar, interpretar y adaptarse a los misterios de la naturaleza le han dado la sabiduría clara del que sabe escuchar los latidos de las nubes y de la tierra. Alternancia de matas de hortalizas en una misma parcela. Alternancia anual de cultivos. Confianza en el ciclo orgánico de la naturaleza en el que cada elemento puede cumplir su función complementaria.

Antonio lleva con meticulosidad un diario con las tareas que lleva a cabo cotidianamente y anota en su libreta los trabajos que realiza en cada parcela, qué planta en ellas y cuando.
Emociona ver estas matitas de albahaca que encabezan algunas hileras de cultivo.

"Gorri, Gorri, Gorri" grita Antonio y, por el olivar, empieza a derramarse el rebaño de ovejas que acuden a su llamada. Las ovejas "trabajan" segando los campos en barbecho y, de paso, abonando con su estiércol las parcelas para la próxima cosecha.

Las lombrices retozan felices en el espacio donde se produce el "humus", el fertilizante natural. Un prodigio de ingeniería biológica.

Antonio nos muestra el pozo que su padre, Fernando de 83 años, construyó a mano en los años 50. Un trabajo de artesanía.

La serenidad se cuela entre las herramientas de las arduas jornadas de trabajo creando una belleza singular: las capachas y las azoletas en el almacén, los barreños en el lavadero, las "mulitas" en el cobertizo. Testigos silenciosos de la coherencia y de la honestidad en la labor.

La visita a la finca se cerró con una deliciosa degustación de aperitivos hechos con sus verduras y huevos y regado con vinos de Prado del Rey. Y desde aquí un brindis por la familia Mulero- también por los hijos Antonio y Laura- y por ese saber agacharse ante la tierra con entrega, sudor y orgullo.












































viernes, 23 de abril de 2010

poesía que vela tus sueños




En este oficio de hostelera una suele estar barruntando como mejorar la atención a los huéspedes, perfeccionar las instalaciones dentro de nuestras posibilidades... en fin, de seguir intentando hacer de La Casa Grande aquel hotel que me gustaría encontrar estando de viaje con ganas de saborear un paraje tan especial como el de Arcos de la Frontera. Hace un tiempo pensé en ampliar horizontes interiores (los exteriores siguen siendo esplendorosos) con poesía y (más) arte. Porque en definitiva, se trata de seguir disfrutando de este trabajo y de que nuestros huéspedes puedan gozar también de muchas de las cosas que nos ayudan a ser más felices. Y hablo en plural porque me consta que todo el equipo de La Casa Grande, aprecia, disfruta y valora la pintura, la música y la poesía.

Juan Tafur, amigo y escritor de amplio registro, autor de novelas ( La pasión de María Magdalena, El viajero de los dos mundos ), traductor en cuyo haber hay mucha poesía -y que está preparando un volumen de poemas-, se puso manos a la obra para abrir esta nueva ventana interior. Y por ella aparecieron los haikus, esos poemas sucintos de raíz japonesa, cargados de simbolismo, en diálogo con la naturaleza y con el corazón. Juan, buen conocedor de La Casa Grande, escribió nueve haikus, uno para cada habitación y otro para la casa.

Para darle una dimensión más amplia a este hermoso trabajo el pintor Ramón Herreros, ilustró cada uno de los poemas. Ramón Herreros http://ramonherreros.blogspot.com/ aparte de un prestigioso pintor es otro buen amigo que está presente en la casa desde hace años. Sin ir más lejos el sello conmemorativo del décimo aniversario del hotel que luce en este blog es obra suya. El resultado son nueve espléndidas acuarelas, estilizadas y sintéticas, en las que parece que Ramón haya aplicado el estilo haiku a estas obras"...en diálogo con la naturaleza y con el corazón".

Un haiku, vela los sueños en cada habitación y el conjunto de estas obras se puede contemplar en la galería de la casa. Las láminas impresas, con la acuarela y el poema, se pueden aquirir en el hotel. Y para los que no conozcan todavía La Casa Grande pueden apreciar aquí las láminas y los puntos de libro que hemos hecho como recuerdo.

Herman Reinstra amigo y afilado diseñador gráfico - también hotelero de nuevo cuño, junto con nuestra querida Karla Botelho, con Baciyelmo en Trujillo- ensambló poemas y acuarelas y realizó el acertado recorte de los puntos de libros.