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Diego García Silva, 1er premio |
Sociables o íntimos, lugar de encuentro, de paso, pozo de luz, jardín interior, refugio protegido desde donde otear el cielo, esas son, algunas de las infinitas virtudes de los patios. Los patios eran el tema de este año del
concurso de fotografía La Casa Grande. El jurado compuesto por Fernando Morales, Luis Velázquez-Gaztelu, Mari Carmen Sánchez, Amy Linhart, Pedro Martínez y Elena Posa tras una reñida deliberación falló como ganadora la foto de Diego García Silva,
luz de patio 1 y el segundo premio fue para
Juan Mariscal con
patios 3.
El día 29 de junio, día de
san Pedro, a las 7 de la tarde, en el patio de
La Casa Grande inauguraremos una exposición con fotos de los ganadores y también de todos los participantes.
Pedro Sevilla hará la presentación. Cerramos esta entrada del blog con unas hermosas palabras de
Luis Cernuda de Ocnos, evocando el tiempo suspendido de la infancia en el patio.
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Juan Mariscal, 2º premio |
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Diego García Silva, finalista |
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Manuel Borrego, barro y cal, finalista |
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Juan Mariscal, finalista |
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Rafael Barrios Gil, finalista |
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Diego García Silva, finalista |
"Llega un momento en la vida cuando el tiempo nos alcanza (...). Recuerdo aquel rincón del patio en la casa natal, yo a solas sentado en el primer peldaño de la escalera de mármol. La vela estaba echada, sumiendo el ambiente en una fresca penumbra y, sobre la lona, por donde se filtraba tamizada la luz del mediodía, una estrella destacaba sus seis puntas de paño rojo. Subían hasta los balcones abiertos, por el hueco del patio, las hojas anchas de las latanias, de un verde oscuro y brillante, y abajo, en torno de la fuente, estaban agrupadas las matas floridas de adelfas y azaleas. Sonaba el agua al caer con un ritmo igual, adormecedor, y allá en el fondo del agua unos peces escarlata nadaban con inquieto movimiento, centelleando sus escamas en un relámpago de oro. Disuelta en el ambiente había una languidez que lentamente iba invadiendo mi cuerpo.
Allí, en el absoluto silencio estival, subrayado por el rumor del agua, los ojos abiertos a una clara penumbra que realzaba la vida misteriosa de las cosas, he visto como las horas quedaban inmóviles, suspensas en el aire, tal la nube que oculta un dios, puras y aéreas, sin pasar".
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