Esta mañana me encontré con que a las doce fotos de Juan Mariscal de La Casa Grande que cuelgan en la galería se les había añadido otro cuadrito en color. La primavera se anuncia porque el sol ya está lo suficientemente alto como para ir jugando por paredes, columnas, suelos, alfombras, ventanas o arcos de la casa. En realidad el juguete lo trajeron unos reyes magos hace ya unos años en forma de las cuatro ventanas azules de la montera. El sol y los cristales se han hecho amigos. Y así jugamos todos, yo la primera, encontrando, buscando retazos de azul por todas partes. Sonriendo y sorprendiéndome de que el juego se renueve cada año. Intentando no pisar esa mota de azul sobre el damero del patio. Cristales de colores, canicas que ruedan por el patio hasta lo alto. Juegos antiguos que vuelven.
La orquídea más longeva -tiene ya cuatro años- y vital -el pasado año estuvo 13 meses con una cascada de flores que no paraban de brotar ( íbamos dándole vueltas a los dos tallos para que no se quebraran)- ha echado su primera flor. Otra está con los capullos a punto de desplegar. Los rosales y las buganvillas se recuperan de la poda de febrero. Incluso el humilde cilantro del balcón se ha echado la temporada por montera y ¡a florecer! ¿Vamos? Ustedes delante.
¿ven la mota de aire azul rodando sobre las losas? |
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